El Regalo de mi abuela

26.04.2019

Por: Ana María Acevedo Ozaeta

Mi abuela es hondureña, y a pesar de haber vivido la mayor parte de su vida en México, nunca ha querido cambiar su nacionalidad. Mi abuelo dice que, aunque sea extranjera, hay pocas mujeres en el país que preparan mejor la comida mexicana que mi abuela. El favorito nacional de todos: los chiles en nogada.

La cocina de mi abuela no es ni pequeña ni grande. Los muebles son blancos y las paredes amarillas. Alrededor de la mesa estábamos las tres generaciones: mi mamá, Nana y yo. Mamá argumentaba, Nana resistía y yo no entendía. "Son deliciosos...", decía una, "Pero son demasiado laboriosos...", respondía la otra. A mis nueve años no conocía las complicaciones de pelar nueces o capear chiles; mi única certeza era que si mi madre decía que el platillo era un delicatesen, lo era. 

Esa primera vez, mi misión asignada fue no estorbar. Observé los cerros de fruta picada, escuché el crujir de las almendras y nueces al partirse, sentí al jerez acariciar al queso y probé el sabor de la organización. Primero picar, luego cocinar, después rellenar. Harina, huevo, aceite. Uno tras otro fueron saliendo. La nogada estaba en la licuadora y mi abuela la probaba, agregaba toques de algún ingrediente, tapaba, mezclaba y repetía. Esta faena me pareció casi compulsiva, pero Nana insistió en que era la parte más importante de todo el proceso. Fue hasta el momento en que me llevé el primer bocado de chile en nogada a la boca que comprendí.

Tuve que esperar cuatro estaciones más para poder participar en la elaboración de los chiles en nogada, pues mi abuela no hace el platillo dos veces en la misma temporada. "Es un gorro", dice. Esta vez fui la encargada del relleno. Lo hice todo: compré la fruta y la carne, piqué lo primero y molí lo segundo, lo guisé y lo sazoné. Todos elogiaron el resultado, y mi abuela, en un gesto lleno de cariño y orgullo, me cedió el crédito. La satisfacción fue el maridaje perfecto para el barroco bocado tricolor.

Entre viajes, mudanzas y despistes, pasaron muchos años antes de que retomáramos este evento familiar. Fue en mi cumpleaños 19 que pedí de regalo a Nana chiles en nogada. No me dejó participar en la elaboración pues eran un obsequio. La comida fue deliciosa, pero lo mejor fue que el evento se volvió una tradición personal. Cada 10 de agosto, en mi cumpleaños, festejo preparando para mí y mi familia chiles en nogada. 

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