Entre brasas del pasado
Por: Angel Venegas Labrada
Barbecue, un documental que nos muestra que el asado, no solo es comida, también una forma de vivir

El fuego, eje rector de la vida humana, desde tiempos inmemorables, su majestuosidad nos hace querer poseerlo y dominarlo. Controlar una fuerza de la naturaleza, algo que solamente los seres humanos pueden llegar a aspirar en su infinita soberbia y deseo por la divinidad, sin embargo en su hambre de poder, nació la cocina y con ella, la necesidad de juntarse alrededor de un fogón para contar la historia de su pueblo. Durante estas líneas y a través del ojo mecánico de Matthew Salleh nos adentramos en la cosmovisión del asado, más allá del término culinario que implica un cierto tipo de cocción.
Sudáfrica, Australia, Uruguay, Japón y México son algunas de las paradas que a lo largo del documental nos hacen reflexionar sobre lo que realmente significa un asado alrededor del globo. En el sentido más literal de la palabra debemos de entenderlo como una técnica en la que los alimentos son expuestos a fuego muy suave para que su cocción se dé lentamente, sin embargo la profundidad de lo que esta práctica implica es mayor de la que aparenta.

Para poder entenderlo debemos de retroceder en el tiempo, a los orígenes de la civilización, al crear una imagen mental podemos ver a un ser primitivo escondido en algún lugar ante la tórrida tormenta que azota sus tierras, de la nada una explosión ilumina el cielo nocturno, un ataque de energía pura golpea violentamente un árbol de la zona haciendo que se parta en miles de pedazos, algunos cubiertos de un ser indomable de color rojo que parece no poder controlar su propio cuerpo, danzando de un lado a otro, creciendo y reduciéndose, movimientos hipnóticos que hacen que este ser primigenio experimente cosas que no se podía explicar.
Las generaciones han pasado y con ellas esta primera llama, los hombres se han vuelto los portadores del fuego, fuente de vida y muerte, ante su presencia los clanes se juntan para darle cocción a las piezas de carne, que con tanto recelo han resguardado de los demás animales, y contar entre mordida y mordida la historia de sus ancestros y pasar las frías noches cavernarias en comunidad.

Con el paso de los siglos las formas han cambiado, pero la esencia persiste, el grupo humano sigue con la necesidad primordial de sentirse parte de algo y eso es lo que se ha vuelto el asado. En muchas partes del planeta, es el nexo para que se celebren las prácticas del pasado, un pasado que ya no se tiene presente al momento de llevarlas a cabo.
A lo largo del documental podemos observar a los tan diversos grupos humanos contestando a la pregunta "¿por qué lo hacen?" una y otra vez, todas con respuestas similares, el placer de la compañía. En Sudáfrica tienen la expresión lekker para referirse a las cosas disfrutables de la vida, usada en el asado, no por la comida ni la cerveza, sino por la compañía.
En Suecia durante el tiempo de luz el asado los junta para luchar como uno solo contra la depresión generada por el crudo invierno, que no solo baja la temperatura de sus hogares, sino también la de sus corazones, al arrebatarles el sol. Cada segundo de luz se acompaña de un trozo de carne, una bebida y un sinfín de charlas en los jardines de la región, los miedos del pasado por la oscuridad brotan una vez más y de la misma forma que se combatía en el pasado, el fuego marca la pauta de la salvación.

En medio oriente la crudeza de la vida se vuelve lo cotidiano, los campos de refugiados por las guerras parecen interminables. El escape de muchos es la comida, la carne deja de ser un simple alimento y se vuelve un fragmento de memoria, una pieza de ese hogar perdido, al que se espera poder regresar algún día.
Por otro lado en Uruguay la carne asada se vuelve un sinónimo de familia, de unidad, es el todo de sus habitantes, no existe casa sin asador. El jugo de carne se lleva en las venas, desde niños se les enseña la importancia de este alimento cuasi sagrado para su concepción del mundo, siempre con el mismo propósito, juntar a los iguales alrededor del fuego.

Los lugares siguen pero las menciones se acaban con un broche nacional, México una vez más con los manjares que adornan las mesas de las diferentes clases sociales. Desde los más ricos hasta los más humildes traen consigo la idea identitaria del asado, ese platillo que congrega y hace que todos sean iguales. Ya sea en bote o en hoyo la barbacoa junta desde familias hasta comunidades más numerosas.
El mundo se congrega alrededor del fuego con muchos propósitos aparentes, sin embargo el trasfondo de cada una de estas congregaciones humanas es el mismo, reunirse para hacer dialogar al alma con el cuerpo. La interacción entre iguales sobre los temas del diario, mediante un recurso como lo es la comida es el simbolismo más poderoso de sus orígenes.

Si bien ya hablamos del pasado cavernario de la humanidad, en el que las visiones románticas de la mente nos hacen jugar, las diversas miradas del ahora nos aterrizan a una serie de realidades que nos hacen reflexionar. Desde la estabilidad más evidente hasta la peor de la crisis, el asado hace su aparición para mantener la cordura social.
Durante siglos estas familias, por elección, han profundizado en sus relaciones, el pretexto, la carne, la misión, contar algo al calor de las llamas. Las maravillas de la relación humana se dan bajo el pretexto del alimento, nacen amistades, surgen amores, se rompen ideologías.
Al calor de las llamas, todos estos discursos chisporrotean como carbón en ignición, una sinfonía de caos organizado llena de calma a los seres que buscan refugio en su perpetuo danzar. La incontrolable naturaleza del fuego hace que el hombre deseé poseerlo y dominarlo, algo que a primera vista parece un éxito, sin embargo la realidad es diferente. La naturaleza caótica de esta ánima elemental deja soñar al humano con su poder anhelado, mientras le permite usar su poder para liberar la pesadez de su mente.

Muchas han sido las historias narradas junto al fogón del asado, desde tiempos ancestrales el humo se ha impregnado de palabras humanas, el acto de juntarse por el simple hecho de disfrutar la compañía y lidiar con la soledad del ser, se logra con un poco de carne. Algo tan simple a primera vista que se llena de simbolismos y significados que se complejizan mientras más se vuelve consiente uno.
El asado, no solo es una técnica de cocción a fuego lento que se emplea para lograr sabores únicos, también es el medio para volvernos uno con los que rodean el asador. El mensaje cambia de población en población, sin embargo el medio siempre es el mismo. La humanidad podrá avanzar y desarrollar prodigios tecnológicos, o masacres inconmensurables, pero al final solo una cosa persiste. Esa imagen del pasado donde una pequeña flama, reúne a unos cuantos para darles refugio y calor en su eterna cruzada en contra de la soledad.
Imágenes rescatadas del documental.